Por: MV Mariano Ercole,&nbsp;Jefe de Comunicaci&oacute;n Cient&iacute;fica. Bedson S.A. Fotos: Banco de im&aacute;genes A nivel mundial, el efecto de las variaciones clim&aacute;ticas se ha convertido en un gran desaf&iacute;o en la producci&oacute;n agr&iacute;cola y ganadera. El estr&eacute;s t&eacute;rmico (ET) es uno de los eventos m&aacute;s estresantes y costosos en la vida de los animales con consecuencias negativas para la salud animal, la productividad y la calidad de sus productos. El ET se produce cuando las condiciones ambientales ponen a prueba los mecanismos termorreguladores del animal. Estas condiciones son resultado de combinaciones de temperatura, humedad, radiaci&oacute;n solar y velocidad del viento, que superan la capacidad del animal para regular su temperatura. Cuando los animales est&aacute;n expuestos a temperaturas ambientales elevadas, experimentan cambios en el comportamiento, la fisiolog&iacute;a y el metabolismo para reducir el impacto del calor. Estas respuestas var&iacute;an seg&uacute;n la duraci&oacute;n y la intensidad del desaf&iacute;o t&eacute;rmico. El ET puede ocurrir en los animales cuando la temperatura ambiental sobrepasa los l&iacute;mites superiores de la zona de termoneutralidad del animal, aquella en la cual los animales se encuentran en confort t&eacute;rmico y, fuera de ella, requieren recursos energ&eacute;ticos adicionales para mantener la homeostasis. La zona de termoneutralidad es espec&iacute;fica para cada especie y var&iacute;a en funci&oacute;n de su crecimiento y condici&oacute;n fisiol&oacute;gica (crecimiento, gestaci&oacute;n o lactancia). Dentro de las especies animales, los cerdos y las aves son especialmente vulnerables al estr&eacute;s t&eacute;rmico (ET) debido a sus limitaciones para disipar el calor. Las aves carecen completamente de gl&aacute;ndulas sudor&iacute;paras, mientras que, aunque los cerdos tienen algunas (30/cm&sup2;), estas no se activan en respuesta al ET, lo que les impide perder calor mediante el sudor. Adem&aacute;s, los cerdos cuentan con una capa de grasa subcut&aacute;nea que dificulta la disipaci&oacute;n del calor, a la vez que las aves tienen plumas que tambi&eacute;n limitan su capacidad para liberar el calor corporal. Las temperaturas &oacute;ptimas para el rendimiento de estas especies son aproximadamente para gallinas ponedoras entre 19 y 22 &deg;C, los pollos de engorde en crecimiento entre 18 y 22 &deg;C y los cerdos entre 18 y 23 &deg;C. Cuando estas condiciones no se cumplen, puede desencadenarse ET, lo que provoca una disminuci&oacute;n significativa en la ingesta de alimento y altera la fisiolog&iacute;a del animal. Sin embargo, la reducci&oacute;n en la ingesta explica solo el 50% de los efectos fisiol&oacute;gicos y metab&oacute;licos del ET en los animales; el resto se debe a cambios metab&oacute;licos y hormonales, as&iacute; como a variaciones en la distribuci&oacute;n de la energ&iacute;a. Los mecanismos moleculares del ET terminan por afectar el sistema inmunol&oacute;gico, end&oacute;crino, digestivo y reproductivo. <p style="text-align: center;"> Figura 1: Efectos del estr&eacute;s t&eacute;rmico sobre el sistema digestivo, el rendimiento reproductivo, el sistema inmunol&oacute;gico y el sistema endocrino. Estrategias para aliviar el estr&eacute;s t&eacute;rmico Los cient&iacute;ficos han desarrollado y evaluado diversas tecnolog&iacute;as para prevenir y mitigar los efectos negativos del ET en animales. Estas medidas de prevenci&oacute;n buscan reducir el impacto adverso del ET y generalmente incluyen opciones como: Modificaciones ambientales Se pueden utilizar soluciones ambientales y t&eacute;cnicas para atenuar los efectos de los climas c&aacute;lidos. Sin embargo, las aplicaciones ambientales para aliviar el ET en los animales de granja no son adecuadas si la nutrici&oacute;n, el control de enfermedades o los factores de reproducci&oacute;n no son &oacute;ptimos. Generalmente, las modificaciones ambientales permiten prevenir o reducir el grado de ET al que est&aacute;n expuestos los animales, mediante la mejora de los mecanismos de intercambio de calor entre el animal y su entorno circundante. Para esto se pueden considerar los siguientes aspectos: - Recinto: su construcci&oacute;n debe considerar la orientaci&oacute;n y el espacio. Un techo con aislamiento t&eacute;rmico ayuda a conservar el calor en invierno y protege del sol en verano. Un revestimiento exterior blanco refleja la radiaci&oacute;n solar, disminuyendo la temperatura interior. - Sistemas de ventilaci&oacute;n: se pueden utilizar sistemas de ventilaci&oacute;n natural, o ventilaci&oacute;n forzada (positiva o negativa), con el fin de mejorar las condiciones del recinto. - Sistemas de enfriamiento: la temperatura del aire puede reducirse mediante sistemas de aire acondicionado o enfriamiento por evaporaci&oacute;n. Los sistemas de enfriamiento por evaporaci&oacute;n aprovechan la energ&iacute;a del aire para evaporar agua, lo que disminuye la temperatura del aire. Para lograr esta evaporaci&oacute;n, se utilizan boquillas atomizadoras o paneles de enfriamiento. Los sistemas de nebulizaci&oacute;n emplean gotitas finas de agua, lo que aumenta la superficie de contacto con el aire y facilita la evaporaci&oacute;n, contribuyendo as&iacute; al enfriamiento del ambiente. Gesti&oacute;n del agua Un suministro inadecuado de agua inhibe la ingesta por parte de los animales. Se ha visto que suministrar agua fr&iacute;a, a una temperatura de entre 10 &deg;C y 15 &deg;C, a animales sometidos a ET puede mejorar la ingesta de alimento, el peso corporal y la tasa de conversi&oacute;n alimenticia. Optimizaci&oacute;n de la composici&oacute;n y suministro de alimentos Ajustar la estructura de la dieta puede aumentar la eficiencia de conversi&oacute;n alimenticia y sostener el rendimiento productivo, especialmente en verano, cuando el consumo de los animales tiende a disminuir debido al ET. Para garantizar una ingesta adecuada en esta &eacute;poca, es crucial adaptar tanto el horario de alimentaci&oacute;n como la composici&oacute;n del alimento. En cuanto a los horarios de alimentaci&oacute;n, es recomendable ofrecer el alimento en las primeras horas de la ma&ntilde;ana y al atardecer, cuando las temperaturas son m&aacute;s frescas, y tratando de limitar la administraci&oacute;n de raciones al mediod&iacute;a para evitar el impacto del calor. Adem&aacute;s, es posible equilibrar las dietas para incrementar la densidad de nutrientes y minimizar el efecto t&eacute;rmico de la alimentaci&oacute;n. Esto se logra, en general, incrementando el contenido de grasa y reduciendo los niveles de prote&iacute;na o fibra cruda. La grasa, con alta densidad energ&eacute;tica y bajo efecto cal&oacute;rico, ayuda a mitigar los efectos negativos del calor, favoreciendo el rendimiento animal. Es importante considerar que el ET aumenta la producci&oacute;n de especies reactivas de ox&iacute;geno (ROS), lo que causa el incremento del estr&eacute;s oxidativo en el organismo que posteriormente puede provocar la alteraci&oacute;n de la funci&oacute;n mitocondrial, disminuci&oacute;n de las concentraciones de vitaminas (Vit. C y Vit. E), disfunci&oacute;n de las enzimas antioxidantes, aumento de la peroxidaci&oacute;n lip&iacute;dica y da&ntilde;os en el ADN de las c&eacute;lulas. Para prevenir estos efectos, se pueden utilizar aditivos alimentarios, que pueden ser nutricionales como vitaminas y microminerales (ej., magnesio y zinc), o no nutricionales, como extractos vegetales (ej., extracto de hojas de alcachofa). Estos compuestos poseen propiedades antioxidantes, tanto directas como indirectas, que pueden ayudar a mitigar los efectos moleculares del ET. Contar con una red antioxidante s&oacute;lida es fundamental para proteger las mol&eacute;culas biol&oacute;gicas y prevenir el da&ntilde;o celular, lo que, a su vez, ayuda a mejorar la salud y el rendimiento de los animales. Por otro lado, se ha visto que el aporte de colina puede generar que esta sea oxidada a beta&iacute;na aumentando sus concentraciones en el organismo. Seg&uacute;n diversos estudios, la beta&iacute;na posee propiedades osmoprotectoras que contribuyen a proteger prote&iacute;nas y enzimas en las c&eacute;lulas intestinales frente al estr&eacute;s ambiental, mejora la retenci&oacute;n corporal de l&iacute;quidos y ayuda a prevenir la deshidrataci&oacute;n. Estas caracter&iacute;sticas convierten a la colina y beta&iacute;na en posibles complementos nutricionales para reducir los efectos negativos del ET. Conclusi&oacute;n A pesar de los avances en el manejo diario y nutrici&oacute;n, el ET sigue siendo un desaf&iacute;o para los productores. La investigaci&oacute;n ha profundizado nuestra comprensi&oacute;n de los mecanismos fisiol&oacute;gicos afectados por el ET, permitiendo implementar nuevas estrategias, como la mitigaci&oacute;n del estr&eacute;s oxidativo. Adem&aacute;s, la aparici&oacute;n de sustancias fitoqu&iacute;micas (ej., extractos vegetales o aceites esenciales) representan una herramienta prometedora que, al aplicarse, puede beneficiar la fisiolog&iacute;a animal. Con la adopci&oacute;n de m&uacute;ltiples estrategias, los productores estar&aacute;n mejor preparados para reducir los impactos del ET y promover un mejor rendimiento animal en climas adversos. M&aacute;s informaci&oacute;n: https://bedson.com/ Solicitar bibliograf&iacute;a a prensa@redalimentaria.net