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Prácticas para mejorar la sustentabilidad de los sistemas productivos

La fertilización de cultivos y pasturas con residuos orgánicos de origen pecuario es una alternativa viable, que permite convertir un pasivo ambiental en un activo energético y así preservar el ambiente.

  • 15/10/2024 • 13:26

Por: INTA
Fotos: INTA

En la actualidad, la producción animal en la Argentina evoluciona hacia sistemas intensivos y concentrados que generan una mayor cantidad de residuos sólidos y efluentes recuperables, que los especialistas denominan subproductos.

En promedio, entre el 60 % y 70 % de los nutrientes que forman parte de la ración no se transforman ni en leche ni en carne, es decir, se excretan a través de heces y orina. De esta manera, el reciclado de estos nutrientes por medio del uso de subproductos orgánicos de origen animal podría contribuir en gran medida a mitigar la deficiencia en la reposición de nutrientes como nitrógeno, fósforo y potasio.

Los residuos generados presentan una enorme variabilidad en su composición y, por lo tanto, en el contenido de nutrientes para su posterior aplicación al suelo. Esto depende de muchos factores como, principalmente, el tipo de sistema productivo, su grado y forma de estabulación, en el caso de poseerlo, y el sistema de limpieza utilizado. Este último es también influido por el consumo de agua que se realice.

Por otro lado, también se debe contemplar el sistema de tratamiento existente, así como el tiempo de estabilización de dichos efluentes, ya que influirán directamente en la calidad del subproducto a utilizar. Es importante que el productor conozca el volumen de efluentes generados en su sistema y su composición. De este modo, es posible adaptar el sistema de tratamiento en función de sus características, de las posibilidades de valorización y de los objetivos perseguidos, teniendo en cuenta los requerimientos operativos y económicos, de manera de asegurar que el sistema implementado sea sostenible en el tiempo. Dentro de las alternativas posibles a aplicar se encuentran el compostaje, lagunas de estabilización y biodigestión anaeróbica; tratamientos biológicos con diferentes grados de complejidad y requerimientos.

Con la gestión eficiente de recursos pecuarios, se deja de producir un pasivo ambiental para transformarlo en un activo energético; logrando el real beneficio de un correcto tratamiento y disposición final de este efluente.

El equipo investigador del INTA realizó estudios en un establecimiento agrícola con criadero de cerdos ciclo completo de 500 madres y llegaron a resultados prometedores. “Con los efluentes de la producción porcina, luego de su tratamiento y estabilización, podemos fertilizar 110 hectáreas por año, lo que es equivalente al 25% de la superficie requerida de maíz para la alimentación de estos” subrayó Karina García, especialista del INTA Barrow - Buenos Aires.

Otro aspecto destacado por Sosa fue que “el porcentaje de sodio intercambiable en el suelo no se incrementó en gran medida luego de cinco años de ensayo, siempre que el productor cuente con agua de bebida y limpieza de buena calidad”. El uso correcto de estos subproductos no sólo aumenta la producción de los cultivos por su función como enmienda orgánica de calidad, sino que también contribuyó a generar un sistema sustentable, dado que mejora las condiciones físicas y biológicas de los suelos y garantiza un destino final controlado, seguro y con valor agregado a estos recursos.

La especialista sostiene que esta técnica debe ser un complemento a la fertilización mineral. De igual manera, “para una correcta utilización de los residuos orgánicos como abono agrícola es necesario considerar la composición de los mismos, la oferta de nutrientes del suelo y las necesidades de los cultivos a fertilizar”, continuó Sosa.

Además, el valor agronómico y económico de los efluentes depende en gran medida del manejo que se haga de ellos. Las tecnologías actualmente disponibles favorecen la aplicación variable mediante la interpretación de mapas de necesidades de fertilizante, que también permiten predeterminar y prefijar áreas de máxima sensibilidad.

Con el trabajo articulado en cada etapa, además de aprovechar al máximo estos recursos pecuarios, finalmente se puede lograr un ahorro importante desde el punto de vista económico del productor.

Utilización de compost de cama profunda como componente de sustratos para plantas

Por: Laura Magri, extensionista de INTA Arrecifes, Buenos Aires.

El tratamiento de los residuos pecuarios resulta un aspecto clave en la gestión ambiental. Se trata de volver a aprovechar aquellos materiales que se descartan de las instalaciones productivas y de valorizarlos a través de la producción de energía y fertilizantes, lo cual aporta a la sustentabilidad de las cadenas y permite consolidar un círculo virtuoso.

En esta línea, especialistas del INTA junto con la Universidad Nacional de Luján y el Instituto de Floricultura del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA, implementaron compost obtenido a partir de residuos de cama profunda para producir flores, violas y petunias.

El compost de los residuos del sistema de cama profunda porcina es un recurso valioso que puede ser usado como mejorador de suelos y/o componente de sustratos, representando un beneficio para el productor dado que es una técnica que permite recuperar y valorizar los residuos.

Entre los materiales actualmente empleados para formular sustratos y difundidos como alternativa al uso del suelo y la turba, se encuentran los compost obtenidos a partir de residuos orgánicos. En este sentido, se evita la fertilización complementaria, se reducen los costos y se mitigan los impactos ambientales asociados a los residuos.

Desde hace varios años, en la Argentina, los productores porcinos emplean el sistema conocido como “cama profunda” o deep bedding que utiliza instalaciones donde el piso de concreto es reemplazado por una cama de heno, cascarilla de arroz, hojas de maíz, paja de trigo, viruta de pino, aserrín u otro material bien deshidratado.

Para el ensayo, se utilizaron compost de residuos de cama profunda porcina –obtenidos por aireación pasiva, forzada y mecánica– en un 20% como componente de sustratos para el cultivo de viola y petunias.

Los residuos generados en estos sistemas productivos están constituidos por el material utilizado como cama y el estiércol animal parcialmente descompuesto. Estos materiales pueden ser tratados y valorizados mediante el compostaje, un proceso bioxidativo que permite higienizar y estabilizar los residuos sólidos orgánicos, transformándolos en un recurso valioso que puede ser usado como mejorador de suelos y/o componente de sustratos.