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Carne de cerdo: apuntes para su promoción

La pandemia generada por la globalización del virus COVID-19 a partir de 2020 parece haber, sin duda, afectado las actividades y hábitos de la población mundial en diversos campos -con las singularidades propias de las regiones y países- incluyendo en muchos casos modificaciones en la dieta usual a la que la población solía estar habituada, generando alto impacto al respecto las disrupciones que afectaran las cadenas de suministros comerciales de alimentos de difusión corriente.

  • 07/09/2021 • 10:57

Por: Lic. Amalie Ablin (*), Licenciada en Ciencia Política (Universidad del Salvador, Buenos Aires). Postgrado Programa de Capacitación Ejecutiva en Agronegocios (Universidad de San Andrés, Buenos Aires)

 

Este desarrollo -junto a la estricta cuarentena impuesta al sector de hoteles y restaurantes- motivó una intimidante cobertura por parte de algunos medios de comunicación respecto de las implicancias de la pandemia para la seguridad alimentaria, potenciando tendencias ya en curso en el comportamiento nutricional de muchos consumidores. Así, la presente pandemia tornó el debate preexistente respecto de la potencial evolución del mercado de proteínas animales en una temática de interés general.

Al respecto, según datos provistos por la “Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación” (FAO, acorde su acrónimo inglés), el consumo anual per cápita a nivel mundial de carne porcina en 2018 ascendió a 12,3 kg, corroborando su difusión muy superior al de la carne vacuna (6,5 kg), aunque ubicándose todavía por debajo de la de origen aviar (14,2 kg).

Por su parte, las proyecciones de la “Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico” (OCDE) y la FAO para la década en curso, coinciden en pronosticar con carácter general que las ventas de los diversos tipos de carnes se incrementen a nivel mundial 12% hacia el año 2029.

Mercado mundial

En particular, se prevé que el mercado mundial de carne porcina avance hasta alcanzar 127 millones de toneladas métricas durante los próximos 10 años, concentrando así 28% del incremento total que registre el consumo de las variedades de carnes antes citadas. De esta forma, sobre una base per cápita, se observa que durante el período 2020-2029 la demanda de carne porcina disminuiría marginalmente, a medida que se reduzca su ingesta en la mayoría de los países desarrollados. En efecto, se estima que dicho mercado decrezca en la “Unión Europea” (UE) en razón de los cambios previsibles en la composición etaria de la población, que en la tercera edad tiende a confluir hacia dietas que favorecen la carne de aves de corral por sobre la porcina, no sólo por su inferior precio sino porque la primera es percibida como una elección alimentaria más saludable. Por el contrario, se observan tasas de crecimiento sostenidas para la carne porcina en la mayor parte de América Latina, donde el consumo per cápita ha crecido con rapidez en los últimos años, respaldado por precios relativos favorables que posicionaron a la misma como una de las preferidas, junto a la de aves de corral, para abastecer la creciente demanda de las clases medias. En este sentido puede observarse una correlación a nivel global entre el consumo de los diversos tipos de carnes y la evolución de ingresos registrada en los respectivos países. En efecto, puede verse que el crecimiento de clases medias mejor remuneradas conlleva un mayor consumo de carne vacuna, en razón de su más elevado costo comparativo con la porcina y aviar. Así, la evolución de la República Popular China como principal mercado importador mundial de carnes en los últimos años ejemplifica claramente la correlación de ingresos antes señalada. Al respecto no puede dejar de señalarse que la concentración histórica del consumo casi exclusivo de carne vacuna en la Argentina resulta una anomalía inusual respecto de esta regla (tal vez sólo observable en Australia), en razón de la enorme estructura productiva dirigida a la exportación pecuaria a Europa.

En esta línea, expertos en el ámbito de las proteínas animales anticipan que muy probablemente en 2022 la demanda de las mismas tienda a concentrarse en el sudeste asiático en su conjunto -no solo en China-, mientras Europa retrocederá en términos relativos y Estados Unidos (EE.UU.) mantendrá eventualmente el equilibrio presente. De esta forma, cabe esperar que el futuro de las exportaciones de todo el segmento de proteínas animales ofrecidas por nuestro país -no sólo el de la carne vacuna- deberá orientarse hacia el sudeste asiático para su rentable desarrollo futuro, ya que se trata de la región donde se registra el mayor incremento de poder adquisitivo per cápita a nivel mundial, proceso que conlleva una demanda creciente de estos productos.

Así, desde el “Consorcio de Exportación de Carne de Cerdo Argentina” (Argenpork) se asegura que la producción porcina doméstica podrá seguir creciendo, no obstante destacarse que algunas limitantes en materia de infraestructura podrían condicionar el aumento de exportaciones, aunque se prevé que en 2021 los despachos podrían ya alcanzar las 50.000 toneladas.

Sin embargo, mientras el mercado internacional registra esta positiva tendencia regional, deberá al mismo tiempo enfrentar precisamente en los países desarrollados un proceso contrario reflejado en la creciente demanda de sustitutos de carnes de origen vegetal. En efecto, la comercialización de productos básicos en las góndolas de los puntos de venta de los EE.UU. muestra que los sustitutos de carnes procesados a partir de materias primas de origen vegetal han registrado un incremento de casi 200% entre abril de 2020 e igual período de 2018, evolución atribuida a una creciente preocupación de los consumidores por los efectos sobre su salud de los alimentos primordialmente ingeridos.

En este contexto mundial cabe destacar que la producción y el consumo de carne de cerdo en la Argentina han crecido sustantivamente en los últimos 15 años, con motivo de las relevantes transformaciones tecnológicas introducidas en la metodología productiva, que han permitido reducir su precio en el mercado doméstico e inclusive incursionar en la exportación.

Sin embargo, la expansión de la producción porcina se encuentra acompañada por una serie de obstáculos que requieren particular atención en el contexto del cuidado medioambiental -y su correlato en el comercio internacional- tales como la gran cantidad de estiércol que los establecimientos porcinos generan. En efecto, estos residuos orgánicos pueden contener metales pesados, exceso de sales y microorganismos patógenos, lo cual los convierte en fuentes potenciales de contaminación de aire, suelos y napas acuíferas.

Argentina

Al respecto, la creciente producción doméstica ha tomado temprana nota de la necesidad de encontrar una forma adecuada para superar este inconveniente, habiendo impulsado un reconocido estudio a cargo del “Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria” (INTA) y la “Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires” (FAUBA), orientado a convertir los residuos sólidos y líquidos de la producción en abonos orgánicos. Al respecto, los resultados preliminares obtenidos en la zona núcleo de Córdoba-Buenos Aires -como corolario de la aplicación de las técnicas desarrolladas, resultan alentadores en lo que concierne a la obtención de fertilizantes funcionales, que a su vez podrían generar un ingreso adicional para los productores porcinos.

Asimismo, la “Asociación Argentina de Productores Porcinos” (AAPP) presentó al “Banco de Inversión y Comercio Exterior” (BICE) el denominado “Plan Estratégico Porcino 2020-2030”, que proyecta un aumento en la producción, las exportaciones, el consumo interno y los puestos de trabajo en el sector. El mismo establece metas para el año 2030, que incluyen un crecimiento en el número de madres de casi 360.000 a 700.000, un avance en la producción de carnes de 655.000 a 2,1 millón de toneladas, y un incremento de las exportaciones a una tasa anual del 30% que permitiría pasar de las 41.000 toneladas actuales a 800.000 toneladas al final de la década, generando divisas para el país por US$ 1.740 millones anuales. Coincidentemente, el gobierno nacional impulsa un proyecto financiado por presuntas inversiones de la República Popular China, orientado a duplicar la producción de carne porcina en la Argentina por medio de la instalación de 25 plantas productoras en las provincias norteñas en los próximos 6 años, el cual permitiría transformar al país en un productor significativo de carne de cerdo a nivel global, focalizando la exportación al abastecimiento del mercado chino, proyecto altamente cuestionado por organizaciones sociales y ambientales por sus potenciales efectos sobre la deforestación, el uso del agua y las emisiones contaminantes.

Por su parte, el consumo interno, que se ubicó en 2020 en torno a 14,3 kilos per cápita, se elevaría a 26,3 kg (a razón de un kilo por año), mientras que las inversiones que acompañarían este desarrollo alcanzarían los US$ 2.730 millones y permitirían la generación de casi 100.000 nuevos puestos de trabajo.

Con carácter más general cabe tener presente que hasta hace relativamente pocos años la comercialización de la faena animal -así como de los subproductos derivados de la actividad pecuaria- reflejaban el progresivo avance de un proceso de integración y concentración empresarial, por lo que los mercados de carnes, huevos y lácteos se concentraban predominantemente en grandes conglomerados agroindustriales que acumulaban, procesaban y distribuían los productos finales hasta su oferta -ya preparados y preenvasados- en las góndolas de los supermercados. Sin embargo, esta estructura productivo-comercial podría estar cambiando en razón de la creciente presión de los consumidores para intentar incidir en la definición de las características de los productos finales, acorde la evolución de sus preferencias en materia dietética y de cuidado de la salud. En este sentido, cabe interrogarse acerca del curso previsible de tales tendencias que parecerían agudizarse como resultado de la pandemia. Así, los analistas del sector se preguntan si la demanda per cápita de los consumidores de alimentos de origen animal podría mantenerse, aumentar o reducirse, así como los plazos previsibles para que las transformaciones orientadas a una mayor interacción preliminar con los consumidores puedan verificarse, de forma de dejar registradas sus preferencias y eventualmente lograr la adaptación preliminar de los productos ofrecidos a los requerimientos de la demanda.

Teniendo en consideración este panorama a nivel global, pueden evaluarse con carácter no excluyente diversos instrumentos potencialmente dirigidos a promocionar el consumo de carne porcina, una de las opciones más significativas como proveedora de proteínas animales.

  • Blockchain 

La transparencia en la cadena de suministro de alimentos resulta clave para ganar la confianza del consumidor, que impulsa el crecimiento de la alimentación basada en bienes de rápida rotación. Así, por ejemplo, se presume que la incorporación de información sucinta del perfil de cada animal, reseñada en un historial que detalle sus fuentes nutricionales y antecedentes veterinarios, así como describa el ambiente del establecimiento de crianza -entre otros- podría ejercer un efecto muy positivo sobre la demanda.

  • Sustentabilidad

La pandemia ha fortalecido una tendencia registrada desde hace ya algún tiempo bajo el concepto de sostenibilidad. Así, diversos estudios de comercialización evidencian que un segmento creciente de consumidores anhela ejercer un impacto positivo sobre el medio ambiente a través de sus acciones cotidianas, las que incluyen sus compras e ingesta de comidas y bebidas. Por lo tanto, parece evidenciarse que las industrias procesadoras de proteínas animales ejercen creciente atracción sobre el consumidor al ofrecer testimonio de su compromiso con la sostenibilidad a lo largo del ciclo del producto, ya que los compradores valoran conocer los detalles del ciclo completo de producción. Por ello, cabe en particular contemplar que en este sector vilipendiado por el presunto maltrato animal, la forma de comunicar los esfuerzos de sostenibilidad a nivel del demandante final puede contribuir al éxito en la comercialización.

  • Cambios en las preferencias de los consumidores

Se percibe que los consumidores exigen progresivamente mayores garantías de calidad e inocuidad sanitaria que los sistemas de producción de alimentos deberían estar en condiciones de ofrecer en forma creciente, en particular en segmentos nuevos como el de los snacks cárnicos, cuyas expectativas se presentan particularmente alentadoras para aquellas empresas que se muestren capaces de presentar adecuadas credenciales nutricionales.

  • Comunicación

Un exitoso “marketing” de productos cárnicos deberá adecuarse a las nuevas formas de comunicación prevalecientes en un contexto de pandemia donde se han generalizado medios de contacto digitales y entornos cada vez más virtuales. Las redes sociales se han convertido de hecho en el nuevo espacio donde pueden explorarse oportunidades para fortalecer la imagen de los productos mediante la interacción con los consumidores, de manera de concretar acciones de promoción concretas y efectivas. En tal sentido la experiencia ha demostrado la factibilidad de desarrollar iniciativas dirigidas a incrementar la reputación de la carne de cerdo argentina por vía de una adecuada conexión con el público, logrando impulsar las ventas a través de plataformas varias.

  • Promoción

En el contexto descripto, se estima que para resultar efectiva la actividad promocional deberá tener en cuenta las exigencias y demandas cada vez más específicas que emergen desde los distintos estratos de consumidores, contemplando que el desarrollo de estrategias tendientes a alcanzar un posicionamiento comercial ventajoso deberá centrarse en aquellos argumentos emocionales que los mismos priorizan.

  • Carne sintética

Puede observarse claramente que el volumen de negocios asociado a las carnes sintéticas ha tendido a crecer a nivel mundial desde el surgimiento de la pandemia. Por ello, la carne vacuna -así como los demás productos cárnicos- deberán esforzarse cada vez más por resaltar sus cualidades y atributos que los ubican precisamente como alimentos naturales, genuinos y carentes de riesgos, lo que implica en definitiva mostrarse como “carnes de verdad”. En efecto, las carnes desarrolladas en laboratorio proponen una revolución ambiental, filosófica y gastronómica frente a sociedades proclives a captar adeptos propensos a dicha tendencia. El sector porcino deberá desarrollar creatividad para evitar la migración de consumidores -como ya acontece en el caso de las carnes vacunas- a productos alternativos de origen vegetal. En este sentido se vislumbra que en el futuro próximo la apreciación “nutricional” y “ambiental” resultarán determinantes en el comportamiento del consumidor, por lo que el énfasis en dichos parámetros puede convertirse en un elemento fundamental con tal propósito. A modo de ejemplo puede destacarse que hasta Nestlé -empresa alimenticia más grande del mundo- anunció recientemente que planea ingresar al mercado de la carne cultivada, medida que podría contribuir a agilizar la difusión masiva de la tecnología incipiente en este rubro, en el cual el gigante suizo estaría desarrollando productos cárnicos alternativos que mezclarían carne cultivada con ingredientes de origen vegetal.

En conclusión, en un contexto de desafíos y oportunidades, el sector de carnes porcinas de la Argentina parece responder positivamente a las transformaciones en curso, al mismo tiempo que muestra un responsable compromiso social, manteniendo operativa su cadena de suministro sin afectar el abastecimiento y respondiendo a las múltiples medidas de prevención sanitaria que la situación de pandemia exige. Al mismo tiempo, desde el punto de vista de la competitividad y el acceso de los consumidores, ha logrado conservar cierta estabilidad de precios en el marco del actual contexto inflacionario local, lo que le ha permitido mantener un consumo en torno de alrededor de 14 kg anuales por habitante, sin afectar sustantivamente los niveles de exportación, los que se presentan muy auspiciosos.

(*) Las opiniones vertidas son de exclusiva responsabilidad del autor y no comprometen a la institución en la cual se desempeña.